María Norris se mudó de Buenos Aires a Chaco para trabajar con las mujeres de la zona y proveerles herramientas para generar sus propios ingresos. Hoy ya tienen una marca propia y una línea de productos de packaging sustentable.
Hace cuatro años María Norris decidió irse a vivir a Chaco, una provincia ubicada en el noreste de Argentina. Antes, vivía en Buenos Aires y quería trabajar “monte adentro” con las comunidades rurales de El Impenetrable, como se conoce a la región de más de 40.000 kilómetros cuadrados de bosque nativo.
“Queríamos trabajar junto a ellos a la par y poder desarrollar las oportunidades y herramientas para que la gente del lugar pueda permanecer y no tenga que irse a buscar oportunidades lejos de su lugar de origen”, relata María.
Un día tomó la decisión, dejó su trabajo como docente y su rol en otra organización social y fundó “Manos del Monte”, una marca enfocada en el desarrollo de las mujeres. “Empezamos a desarrollar talleres de oficio para que las mujeres salgan un poco de la casa. Nos dábamos cuenta que estaban muy metidas en la diaria del hogar, con todo lo que son los quehaceres y los hijos y la verdad que no tenían un lugar donde desplegarse y donde formarse porque la realidad rural es muy exigente a nivel educativo”, describe María.
En las comunidades rurales es muy común que las mujeres dejen la escuela por la maternidad o bien porque en su casa les exigían quedarse y ayudar con los quehaceres. El estar en la casa parecía ser la única opción. Hoy, en Manos del Monte estas mujeres reciben talleres de tejido y costura. “Podríamos haber enseñado cualquier cosa, la idea era darles una herramienta, algo nuevo que las impulse y las motive a decir ‘yo puedo hacer algo distinto con mi vida’”, relata la emprendedora social quien aclara que al principio cada una hacía lo que podía pero que, con el paso del tiempo, empezaron a trabajar en una línea estética particular para poder sostener el emprendimiento y generar una marca y un producto que resalte. Así, esta iniciativa se transformó en lo que hoy es una línea de packaging sustentable hecho a partir de descartes textiles.
María reconoce que su fuerte es la “pata social” pero que el mayor desafío fue “ordenar todo lo administrativo”. “Pensar los costos, tener un plan de negocios, toda esa parte. Yo sé que tenemos que trabajarla mucho más, porque bueno, cualquier emprendimiento veo que se sostiene solamente cuando esa pata está muy fuerte”, afirma. Ese fue el motor que la llevó a postular a Manos del Monte en el programa de fellowship de Yunus & Youth.
“Desde el principio fue súper interesante. La plataforma, los recursos, bajar todo por escrito y tenerlo todo ahí, como en una línea de tiempo, y poder hasta incluso leerme , ver lo que contesté al principio y decir ¡Wow! qué bueno poder repensarlo”, describe.
Para María, el desafío más grande fue darse cuenta de que las estrategias de negocio que estaban implementando no eran las adecuadas. Ella explica que, en un principio pensaron en vender sus productos casi “al costo” o muy cerca del valor de producción, pero gracias conocimiento que fueron adquiriendo a través de la plataforma digital y las herramientas del programa de Y&Y, se dieron cuenta de que era esa era una estrategia errónea.”No estábamos teniendo en cuenta el valor del trabajo, del esfuerzo que hacían las mujeres y de que los recursos cuestan mucho más porque es más difícil que lleguen al monte”, explica. Por otro lado, otro de los desafíos está en el transmitir, porque la idea es que las mujeres se transformen en emprendedoras.
Pero lo más desafiante de todo para María fue el comienzo de esta historia. “El cambio para mí fue muy fuerte. Sabía que existían estas realidades, pero el contraste fue muy fuerte.Cada vez que lo pienso me emociona, porque me costó pero después empecé a ver la fuerza con la que las mujeres hacían todo, el empuje. Es increíble la capacidad que hay acá, te dan ganas de seguir apostando a esto”,reflexiona.
A futuro, desde Manos del Monte esperan “encontrar el equilibrio” y asentar las bases del negocio. “Los pasos son ordenar la lista de objetivos que tengamos mes a mes, ser muy claras en los productos que vamos a lanzar y algo clave este año creo que es identificar a qué audiencia nos vamos a dirigir, o sea, si nos vamos a ir a lo mayorista o a lo minorista y eso es importante para ordenar la comunicación”, detalla. En ese sentido, agrega que un motor muy importante de la organización es su socia, Sofi Botto, quien trabaja desde Buenos Aires. “Cuando tomó el año pasado el puesto, ordenó todo lo que es imagen y comunicación. Nuestra página de Instagram fue mucho más clara y pudimos con ella lanzar la tienda online. Trabajamos muy a la par, yo en Chaco y ella en Buenos Aires. Es una pata fundamental para el emprendimiento”, concluye.