Junto a sus amigas de la infancia, Andrea de Remes fundó una plataforma virtual de actividades inmersivas y didácticas para que más niños y niñas aprendan ciencia y tecnología.
“Es muy cansador tratar de conseguir fondos, hacer cuentas, ver a quién se le puede pedir un donativo o con quién se puede colaborar para que la empresa u ONG siga sobreviviendo”, describe Andrea de Remes quien con 25 años y junto a sus amigas de toda la vida fundó la plataforma educativa Erandi Aprende.
Andrea siempre supo que quería trabajar en un proyecto de impacto social, pero quería hacerlo sin sufrir por las cuestiones “de los dineros”, como dirían en México. Esto la llevó a pensar un negocio, planificar quién podía ser su potencial cliente y cómo podía apoyarlo. En paralelo, en una charla junto sus amigas de la escuela, se dio cuenta de un problema en común: todas se habían visto afectadas por la discriminación de género en sus profesiones. En particular, dos que se dedicaron a la ciencia y la tecnología. “Decidimos hacer este emprendimiento para evitar que más mujeres tengan que sufrir los mismos problemas (de discriminación de género)”, explica.
Con ese disparador se anotaron en Youth Challenge, el bootcamp de UNICEF para jóvenes de hasta 24 años que busca diseñar soluciones creativas e innovadoras a problemáticas que ellos mismos enfrentan en su comunidad. Y allí nació Erandi Aprende, una plataforma de educación personalizada sobre ciencia y tecnología que tiene como objetivo generar herramientas de educación inmersiva para niños y niñas de entre 8 y 12 años. El proyecto fue uno de los ganadores y recibió el capital semilla con el que lograron desarrollar la plataforma.
“Buscamos hacer proyectos personalizados con desafíos para que los niños puedan aprender a través de sus pasatiempos. La plataforma funciona como un juego, como un mapa del tesoro, un poco al estilo Mario. Es un mapa con botoncitos en el que uno va avanzando en la medida que va terminando cada desafío”, describe su fundadora.
Al postularse como Fellow de Yunus & Youth, Andrea estaba interesada, sobre todo, en las mentorías de negocio para poder dar los próximos pasos; entre los que se destacan lograr que la plataforma tenga un mayor alcance y funcione fuera de línea, para que la gente que vive en áreas remotas o rurales la pueda utilizar. “También queremos hacer una traducción simultánea de lengua de señas mexicana”, detalla.
Para Andrea una de las mayores gratificaciones del programa fue el ver a tanta gente interesada e involucrada. “Se organizan reuniones entre Y&Y Fellows fuera de las llamadas generales. La verdad es que la gente sí busca ayudarse y apoyarse entre sí, siempre teniéndose la mano”, describe y agrega que sucede lo mismo con los mentores: “Son muy críticos diciéndote pues esto funciona, esto no funciona, esto puede ir aquí (…) Y la plataforma virtual de Yunus & Youth es muy entretenida, es muy amigable, es muy sencilla de utilizar y te hace reflexionar mucho sobre el emprendimiento y sobre hacia dónde pueden ir las cosas”, reflexiona.
Desde Erandi Aprende tienen muy clara su visión de impacto a largo plazo. “Somos bastante soñadoras, nos encantaría que la plataforma estuviera disponible en toda América Latina y otras regiones como el Sudeste Asiático, Medio Oriente y África, porque son muy similares a Latinoamérica en cuanto a las condiciones de mercado y a los retos que enfrentamos”, afirma y resalta que el objetivo está en generar la mayor integración posible, desde incluir a personas con capacidades diferentes, hasta personas en áreas rurales o remotas y también a comunidades indígenas, que fueron las que un principio inspiraron la creación de Erandi y le dieron su nombre, como lo explica Andrea: “Erandi es de origen Purépecha, que es un grupo indígena de aquí de México, y significa amanecer”.
