Banco del Estudiante: una solución financiera y sustentable para erradicar la pobreza

March 30, 2021

José Adolfo Quisocala Condorí ideó un banco para que sus compañeros de escuela pudieran ahorrar a través de la venta de residuos sólidos. Hoy, con solo 16 años, dirige un emprendimiento que ya cuenta con 6.000 socios, opera con tarjeta Visa y en alianza con empresas recicladoras. 

José Adolfo Quisocala Condorí nació en Arequipa, Perú y tenía solo siete años cuando empezó a percibir que muchos de sus compañeros de escuela tenían que trabajar, o bien, terminaban abandonando los estudios porque no podían costearlos.

“La situación económica en Latinoamérica realmente es muy grave y muchas veces los adultos no se dan cuenta de que quienes más sufren las consecuencias de estos actos son los niños, porque son los que no se alimentan correctamente, porque se ven obligados a dejar el colegio y tienen que dejar sus sueños de lado”, resalta José Adolfo quien, en ese momento, se propuso encontrar una solución para sus compañeros y relacionó la búsqueda de dinero con las actividades que realizaba su papá para conseguirlo, como ir al cajero automático o bien ir directamente al banco.

Sin embargo, José Adolfo entendió que los niños no tenían dinero per sé, y que era necesario generar una fuente de ingresos para que lo pudieran ahorrar. Y ahí fue que se le ocurrió otra idea: que los niños juntaran y vendieran los residuos sólidos que generaban en sus casas o en el colegio para generar ganancias.

“En Perú a los recicladores se los llama chatarreros. Ellos pasan por las casas y compran de todo, desde papel, cartón y botellas hasta refrigeradores, y pensé ¿Por qué no sumar esto al proyecto?”, relata.

Así, José Adolfo habló con el reciclador que pasaba por su casa para saber si estaba dispuesto a comprar lo que recolectaran y él aceptó. “El Banco del Estudiante fue el sueño de un niño de tratar de solucionar los problemas que él encontró y nada más”, define.

El Banco del Estudiante les enseña a los niños cómo funciona el mundo de las finanzas. Los jóvenes pueden ahorrar con dinero o a través de una “Eco Moneda” generada a través de la venta de sus residuos sólidos. Hoy, José Adolfo tiene 16 años y el proyecto, que comenzó ayudando solo a los niños de su escuela, ya tiene 6.000 socios y tiene previsto expandirse en otras ciudades.

¿Cómo hiciste para empezar con el proyecto?

El Banco del Estudiante nació sin un sol [moneda peruana]. Yo no tuve que invertir ni tuve que conseguir dinero para hacer el banco. Lo único que sí tuve que conseguir fue el espacio. En ese momento, tuve la oportunidad de ser elegido como el Alcalde de mi colegio y eso hizo que mi director me apoyara y me diera un lugar dentro de la escuela: dos palos de eucalipto con un techo de calamina en el medio, una mesa y cuatro sillas.

¿Cuál fue la reacción de tus compañeros, de tu familia? ¿Quiénes te apoyaron? 

Muchos de mis compañeros se rieron cuando escucharon que quería crear un banco en la escuela. En mi propia familia muchas personas no creían en mí. Sin embargo, los primeros que creyeron fueron mi papá y el director de mi colegio. Fueron las dos primeras personas que me apoyaron para poder hacer mi proyecto a la medida de sus posibilidades

¿Cuáles fueron los mayores desafíos en ese momento?

Uno de los mayores desafíos fue, justamente, lograr que los niños confiaran en mí, porque escuchar que un niño de su propio colegio les va a manejar su dinero era un poco complicado… En mi casa me pasaba lo mismo, me decían que estaba perdiendo mi tiempo. Pero llegó un punto en el cual el Banco del Estudiante tuvo como un pequeño boom. Fue durante el segundo año cuando la Municipalidad Provincial de Arequipa me premió por mi proyecto. Muchos colegios se enteraron de la iniciativa y la quisieron implementar. 

Pero surgió un nuevo desafío: cómo iba a lograrlo si para mí ya era súper complicado manejar mi oficina en mi colegio. Yo tenía que dar mis recreos y quedarme hasta tarde atendiendo en mi oficina. Si quería llegar a otros lugares, ¿cómo lo iba a hacer? Entonces, me metí en Internet y me encontré con las áreas de Responsabilidad Social de muchas empresas, pero lo que pasó fue que muchas veces no me escuchaban porque era un niño. 

Me preparé un pitch de cinco minutos para contar mi idea y no robarles mucho tiempo a estas personas. Mi papá contestaba los llamados para las citas y me las ponía en las tardes, él me llevaba pero muchas veces, cuando me tocaba el turno, se quedaban extrañados. Ese fue el primer problema, el enfrentarme a los adultos.

Ante todas estas trabas ¿Qué fue lo que te motivó para seguir adelante con el proyecto? 

Lo que me motivó a continuar fue que el primer año ayudé a dos niños, a un niño que quería comprarse una bicicleta y a un niño que quería comprarse unas zapatillas para jugar al fútbol, porque su sueño era ser jugador profesional. Estos dos niños pudieron comprarse eso que soñaban llevando los residuos sólidos de sus casas al colegio y ahorrando el monto correspondiente a la venta. También, si su abuelita les daba un sol o dos soles ellos me lo traían para que lo ahorrara.

¿Cuál dirías que es uno de los mayores desafíos de ser un emprendedor social y qué consejo le darías a otra persona que también quiere ser emprendedor social?

Ser un emprendedor social es muy complicado, sobre todo porque las personas no están acostumbradas a que otra haga algo por ayudar a los demás, pero hay muchos chicos, sobre todo muchos jóvenes que tienen el sueño de ayudar a los demás o que tienen una idea de un emprendimiento social. Y es muy complicado porque es enfrentarse a todos y enfrentarse a tu propia familia, que muchas veces, tal vez por el hecho de que son tu familia no quieren que te vaya mal, que fracases o pierdas el tiempo.

Creo que lo más importante para ser un emprendedor social son dos cosas: primero, realmente hacerlo con pasión y, segundo, ser valiente porque para ser un emprendedor necesitas ser valiente.

¿Quiénes te ayudan todos los días?

Tengo un equipo operativo y un equipo consultor. El operativo es el que se encarga de manejar el banco del estudiante aquí en Arequipa y de trabajar con los colegios. Y tengo un equipo consultivo que me ayuda a tomar mejores decisiones. Son personas que conocí a lo largo de toda esta historia del Banco del Estudiante y me asesoran en lo que es contabilidad, finanzas, legales y también en temas relacionados con los niños y con el medioambiente. También trabajo con Visa por el tema de la tarjeta y la cuenta y con empresas recicladoras.

¿Cómo te enteraste de la existencia del Fellowship de Yunus & Youth y cómo está siendo tu experiencia?

Me enteré en Internet y decidí postularme porque sabía que era una oportunidad para conocer a muchas personas y sobre todo para tener apoyo. Me gustó conocer a muchos jóvenes, yo soy el menor de todos, pero hay muchos jóvenes que tienen proyectos muy grandes y, en algún momento, me encantaría poder trabajar con algunos de ellos. 

Sobre la asesoría, realmente me encanta. Mis mentores son muy buenos, me escuchan mucho, tiene muchas ideas y están con ganas de trabajar y eso es lo que me emociona. Me encanta que justo los dos hayan tenido experiencia en el mundo de las finanzas y que hayan trabajado en bancos, sé que tienen mucho potencial para ayudarme. 

Estamos trabajando en un proyecto para ver cómo el Banco del Estudiante puede llegar a funcionar como un banco tradicional, en el sentido de que el dinero que se deposita se reinvierta. Uno de mis mentores trabajó en esa área de inversión. Estamos viendo de qué manera podemos trabajar ese proyecto.

¿Cuáles son los planes a futuro para el Banco del Estudiante?

Estamos trabajando en cómo adecuarnos a esta nueva pandemia. Todo lo que hemos vivido nos ha demostrado nuestra realidad como sociedad y como país. Muchas personas habían salido de la pobreza, pero vimos que a la semana de que no trabajaron, todo se derrumbó. En paralelo, muchos niños no están estudiando como deberían porque no tienen una computadora o una tablet para hacerlo. En ese sentido, estoy trabajando en una fundación para comprar tablets y computadoras para que los niños puedan comprar a través de un crédito o en cuotas  un aparato tecnológico para poder asistir a sus clases o poder estudiar. 

Actualmente, el Banco del Estudiante, solo está en Arequipa e íbamos a abrir oficinas en Lima, la capital de mi país. Sin embargo, por las circunstancias, no se ha podido llevar a cabo, pero el objetivo es que el banco llegue a todos los rincones posibles y me gustaría lograr la sostenibilidad.

Además, me gustaría que el Banco del Estudiante tenga un modelo de banca ética, en el que el dinero se invierta para cosas realmente buenas. Me gustaría que después de los seis meses en Yunus & Youth el banco ya no tenga 6.000 socios, sino 10.000 o 12.000 y que ya estemos en varias ciudades.

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