Maria del Mar Jaramillo: Cuando la Maternidad inspira una vocación y se convierte en una Empresa Social

noviembre 12, 2020

La historia de Maria y su empresa social comenzó a sus 17 años, cuando quedó embarazada de su hijo. Aunque fue impactante, ella sabía que se encontraba en una posición que le permitía seguir estudiando, trabajando, viajando, llevando una vida normal; contaba con el apoyo de su familia y de su novio, que desde entonces se ha convertido en su marido. Maria era consciente de su posición privilegiada y tenía muy presente que la vida de muchas mujeres colombianas efectivamente acaba cuando se convierten en madres jóvenes. 

Con esto en mente, creó Fundación Soy Oportunidad hace cuatro años. Para ese entonces ya había conseguido su título de abogada y quería crear un sistema de apoyo para madres jóvenes. La fundación comenzó como un servicio de donaciones, mediante el cual ella y su equipo (que incluye a su esposo) otorgaban cunas, y luego otros elementos esenciales, a las madres que lo necesitaban. Sin embargo, Maria se dio cuenta de que era una solución de corto plazo y no sostenible en el tiempo. Siempre habrá necesidades y una donación es un breve momento de alivio para la madre. 

Todo lo que Maria hace, lo hace por su hijo, que ahora tiene 11 años. El cambio de rumbo hacia soluciones más a largo plazo en lugar de donaciones a corto plazo se inspiró en parte en su deseo de brindar la misma oportunidad a otras mujeres, a quienes cariñosamente llama “sus madres”. Comenzó con un programa de costura, mediante el cual reunió a cinco mujeres y adquirió un contrato para que trabajaran en una compañía local. Lamentablemente, no fue la historia de éxito que hubiese querido. Las madres tuvieron dificultades para comprometerse; no estaban entrenadas y entonces tanto el tiempo como la técnica estaban ausentes. Para Maria esta fue una curva de aprendizaje importante: brindar entrenamiento es el primer y más importante paso a dar antes que sus madres puedan comenzar a trabajar. 

La fundación estaba lista para comenzar con un programa presencial de emprendimientos para madres en marzo del año pasado. La pandemia hizo que tuviera que desarrollarse de forma virtual, lo que decepcionó mucho a María. Pero también aprendió que mientras un programa presencial le hubiera permitido conocer a sus madres más de cerca, pudo gestionar y reunir a un increíble grupo de voluntarios que se convirtieron en mentores del programa: abogados, psicólogos, médicos, todos listos para brindar entrenamiento virtual a las madres. Ha aprendido que su enfoque en lo personal, aunque es mucho más profundo, le impedía expandir el proyecto. Comunicarse de forma virtual y a través de servicios de mensajería, le permite mantener un contacto cercano con sus participantes y, además, brinda mucha más flexibilidad para todos. Y aquellos comprometidos con el proyecto, también lo estarán de forma virtual. 

En general, es una fanática del nuevo modelo de trabajo desde casa y piensa que algo positivo de la pandemia podría ser el incremento de oportunidades para quienes están en situaciones donde no pueden abandonar sus hogares todos los días para ir a trabajar porque tienen niños que cuidar y no pueden pagar por un servicio de cuidado. Personas como sus madres. Maria mira con optimismo hacia el futuro y esto le ha hecho pensar en expandir su programa a otros sitios de Colombia más allá de Bogotá, donde ha estado trabajando hasta el momento. 

Maria admite que ha intentado formar parte de Yunus & Youth en dos ocasiones, antes de finalmente lograrlo en su tercer intento. Se encuentra extremadamente agradecida por lo que el Y&Y Fellowship le está brindando; desde los maravillosos consejos de los mentores, las formaciones y entrenamientos de la Herramienta de Medición de Impacto Social (la cual está procesando y adaptando de a poco a su propia empresa social), hasta la increíble red de Y&Y Fellows. Le encanta y piensa que es una experiencia transformadora para su trabajo; y sabe que la espera ha valido la pena.

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