Cuando Ignacio Rodríguez creó Epix a finales de 2015, fue impulsado por el deseo de contar historias. Anteriormente había trabajado en Francia en una empresa que combinaba educación y tecnología. Este fue el comienzo de su acercamiento al ecosistema de los emprendimientos sociales. “Decidí seguir mi lado más social y dejé mi trabajo”, dice Rodríguez. Formó equipo con un amigo y se mudó a Asia para contar historias. Con una persona trabajando en Filipinas y la otra en Nepal, los dos se reunirían en la India, para crear una red de organizaciones no gubernamentales (ONGs) en la región.
Fue en India donde Rodríguez tuvo una epifanía. Trabajaba en el norte del país cuando se encontró con una pequeña familia. El momento en que los vio ayudándose mutuamente a lavar la ropa en el río Ganges le hizo darse cuenta de lo interconectadas que están las personas en todo el mundo. Vio los valores y principios con los que creció dentro de Venezuela reflejados en esa pequeña familia tan lejos de su hogar. "Me di cuenta de que, guau, esto es algo que realmente me gusta hacer". En ese momento, decidió comprar un boleto de regreso a su ciudad natal de Caracas, Venezuela.
“Una de las razones por las que quería volver a Venezuela fue por la crisis, que ya era grave en 2015”, dice Rodríguez. Para ese año, su país natal se encontraba en medio de una profunda recesión que desencadenó tensiones sociales y políticas dentro del país. Rodríguez presenció estas tensiones de primera mano cuando regresó a casa y ellas inspiraron su decisión de crear Epix. Epix, una empresa social con sede en Venezuela, tiene como objetivo cambiar la mentalidad y las perspectivas de las personas sobre los demás utilizando el poder de la empatía para crear conexiones. Como dice el propio Rodríguez, Epix quiere "reconectar a los venezolanos a través de las historias". Aunque se centra principalmente en Venezuela, Epix ha comenzado a expandirse a diferentes países del mundo.
La empresa social ha tenido presentaciones en 18 países y Rodríguez espera que dentro de cinco a diez años, Epix sea un movimiento global. Quiere contar las historias de emprendedores e innovadores de todo el mundo que trabajan para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. “La necesidad humana de conectar va más allá de la crisis específica que atraviesa mi país”, dice Rodríguez. A pesar de las diferencias nacionales, sociales y políticas, Rodríguez cree que la necesidad básica humana de conectarse y aprender más unos de otros está intacta. Rodríguez y el equipo de Epix se han enfrentado a desafíos, específicamente aquellos propios de administrar un negocio en Venezuela. La hiperinflación, las tensiones políticas y sociales y los cortes de agua y electricidad, son desafíos que están fuera de su control. Sin embargo, Rodríguez se mantiene optimista. "Los problemas que enfrentamos son muy difíciles, pero también existe la oportunidad de innovar en estos tiempos". El propósito y el enfoque de Epix permanecen intactos a pesar de la situación actual en Venezuela. De hecho, ha reforzado el deseo de hablar y conectar a los venezolanos. “La situación política y económica aísla a la gente. Estamos dando esperanza a personas que nunca pensaron que serían escuchadas".
Cuatro años después de crear Epix, Rodríguez ha aprendido a gestionar las demandas personales y emocionales que conlleva ser un emprendedor social. Su consejo para cualquiera que aspire a iniciar su propia empresa es que sea resiliente. “No sabía lo difíciles que eran los problemas (de dirigir una empresa social). No conocía cómo podían afectarme”, dice, y explica que hay momentos en los que el negocio y el proceso de gestión de una empresa de este tipo son abrumadores. Para superar esos momentos es necesario centrarse en la razón que hay detrás de una empresa social y en el impacto que genera. Es algo que Rodríguez y el equipo de Epix hacen para mantenerse motivados. "La única razón por la que seguimos haciéndolo es la satisfacción de saber que estamos dando un paso hacia delante". Mientras Epix mira hacia el futuro, Rodríguez quiere seguir contando las historias de las personas y fomentar una cultura de empatía por sobre las divisiones culturales, sociales y políticas.